TENEMOS 7 SENTIDOS
Categoría: Autoconocimiento , Autoestima , Emociones , Gestión de conflictos , Lecturas, artículos, libros
Tenemos 7 sentidos y, los 5 más conocidos, son los menos importantes. Pincha el siguiente link:
Mindfulness Vitoria-Gasteiz
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Temía estar solo…hasta que aprendí a quererme a mí mismo.
Temía fracasar… hasta que me di cuenta que
únicamente fracaso cuando no lo intento.
Temía lo que la gente opinara de mí…hasta
que me di cuenta que de todos modos opinan.
Temía me rechazaran… hasta que entendí
que debía tener fe en mi mismo.
Temía al dolor…hasta que aprendí que
éste es necesario para crecer.
Temía a la verdad…hasta que descubrí la fealdad de las mentiras.
Temía a la muerte… hasta que aprendí que no es el final…
sino más bien el comienzo.
Temía al odio…hasta que me di cuenta
que no es otra cosa más que ignorancia.
Temía al ridículo… hasta que aprendí a reírme de mí mismo.
Temía hacerme viejo…hasta que
comprendí que ganaba sabiduría día a día.
Temía al pasado… hasta que comprendí que
es sólo mi proyección mental y ya
no puede herirme más.
Temía a la oscuridad… hasta
que vi la belleza de la luz de una estrella.
Temía al cambio… hasta que vi que
aún la mariposa más hermosa necesitaba
pasar por una metamorfosis antes de volar.
Hagamos que nuestras vidas cada día tengan mas vida y
si nos sentimos desfallecer
no olvidemos que al final siempre hay algo más.
Hay que vivir plenamente porque la vida pasa pronto….»
*Ernest Hemingway*
Deja ir a la gente que no está lista para amarte.
Esto es lo más difícil que tendrás que hacer en tu vida y también será lo más importante.
Deja de tener conversaciones difíciles con personas que no quieren cambiar.
Deja de aparecer para las personas que no tienen interés en tu presencia.
Sé que tu instinto es hacer todo lo posible para ganar el aprecio de los que te rodean, pero es un impulso que roba tu tiempo, energía, salud mental y física.
Cuando empiezas a luchar por una vida con alegría, interés y compromiso, no todo el mundo estará listo para seguirte a ese lugar.
Eso no significa que tengas que cambiar lo que eres, significa que debes dejar ir a las personas que no están listas para acompañarte.
Si eres excluido, insultado, olvidado o ignorado por las personas a las que les regalas tu tiempo, no te haces un favor al seguir ofreciéndoles tu energía y tu vida.
La verdad es que no eres para todo el mundo y no todos son para ti.
Esto es lo que hace tan especial cuando encuentras a personas con las que tienes amistad o amor correspondido.
Sabrás lo precioso que es porque has experimentado lo que no lo es.
Hay miles de millones de personas en este planeta y muchas de ellas las vas a encontrar a tu nivel de interés y compromiso.
Tal vez si dejas de aparecer, no te busquen.
Tal vez si dejas de intentarlo, la relación termine.
Tal vez si dejas de enviar mensajes, tu teléfono permanecerá oscuro durante semanas.
Eso no significa que arruinaste la relación, significa que lo único que la sostenía era la energía que solo tú dabas para mantenerla.
Eso no es amor, es apego.
Es dar una oportunidad a quien no lo merece!
Tú mereces mucho más.
Lo más valioso que tienes en tu vida es tu tiempo y energía, ya que ambos son limitados.
A las personas y cosas que le des tu tiempo y energía, definirá tu existencia.
Cuando te das cuenta de esto empiezas a entender por qué estás tan ansioso cuando pasas tiempo con personas, actividades o espacios que no te convienen y no deben estar cerca de ti.
Empezarás a darte cuenta que lo más importante que puedes hacer por ti mismo y por todos los que te rodean, es proteger tu energía más ferozmente que cualquier otra cosa.
Haz de tu vida un refugio seguro, en el que solo se permiten personas “compatibles” contigo.
No eres responsable de salvar a nadie.
No eres responsable de convencerles de mejorar.
No es tu trabajo existir para la gente y darles tu vida!
Te mereces amistades reales, compromisos verdaderos y un amor completo con personas saludables y prósperas.
La decisión de tomar distancia con personas nocivas, te dará el amor, la estima, la felicidad y la protección que te mereces.
Anthony Hopkins
Tratamos de tapar nuestro vacío existencial con posesiones y distracciones. Pero no funciona
La tecnología impulsa simultáneamente nuestro poder y nuestra alienación, escribe en su último libro el filósofo Jordi Pigem, del que ‘Ideas’ publica un extracto. Es una receta perfecta para el desastre
Vamos hacia una sociedad cada vez más alienada, ya intuyó Erich Fromm. En su breve ensayo La condición humana actual, publicado en 1955, advertía que vamos hacia una sociedad tan rebosante de prodigios tecnoló- gicos como carente de sabiduría para usarlos, una sociedad en que las personas no guían a la tecnología, sino que la tecnología las guía a ellas. Fromm creía que “en los próximos cincuenta o cien años” (ya estamos de lleno en ese intervalo) podríamos tener un mundo en el que las personas “se convierten cada vez más en robots”, personas robotizadas que, a su vez, fabrican robots que actúan como personas. Efectivamente, así es nuestro tiempo. La tecnología ha dejado de ser un instrumento y hoy lleva las riendas, cada vez más. Por un lado nos empodera, multiplica enormemente nuestras posibilidades. Por otro lado, acrecienta el vacío existencial que ya empezó a asomar en tiempos de Kafka, Joyce y Camus. La tecnología hace crecer simultáneamente nuestro poder y nuestra alienación. Una perfecta receta para el desastre. Fromm prevé que “los procesos que fomentan la alienación humana continuarán” en el siglo XXI. El peligro, concluye, es que las personas, cada vez más alienadas, se conviertan en una especie de robots. Entonces, ¿hacia qué mundo vamos? Hacia un mundo, escribe, en que los seres humanos no dedicarán su esfuerzo “al servicio de la vida” y de los grandes valores (“amor, verdad, justicia”), sino que “destruirán su mundo y se destruirán a sí mismos porque serán incapaces de soportar el aburri- miento de una vida sin sentido”.
Lo único que hoy parece importar es la supervivencia biológica y la eficiencia tecnocrática. La eficiencia y el control son la cara (atractiva) y la cruz (funesta) de la misma lógica tecnocrática que se ha ido imponiendo y que va eclipsando la alegría de vivir y el sentido de la existencia. En el mismo número de The American Scholar en que Fromm publica su texto, una docena de páginas más adelante hay otro pequeño ensayo, Freedom and the Control of Men (La libertad y el control de los hombres), de B. F. Skinner. Para este científico, padre de la psicología conductista, lo único relevante en los seres humanos es lo estrictamente cuantificable y (en sus propias palabras) “manipulable”. En la última frase de ese texto, Skinner define la aventura humana sobre la Tierra como “la larga lucha del hombre por controlar a la naturaleza y a sí mismo”. Cuantificación, manipulación, control: todo ello crece más y más en un mundo tecnocrático como el de hoy. En el mundo de los hechos, se ha ido imponiendo la mirada de Skinner. Pero la mirada de Fromm sigue siendo más profunda y certera: estamos destruyendo la red de la vida y nos estamos autodestruyendo porque no podemos soportar el aburrimiento de una vida sin sentido.
El aburrimiento de una vida sin sentido se manifiesta en la cultura europea al menos desde que el término ni- hilismo toma carta de naturaleza. El nihilismo, el más inquietante de los huéspedes, como lo define Nietzsche, es la constatación de que no hay nada (nihil, en latín) que pueda servirnos verdaderamente como fundamento u horizonte: nada en el fondo tiene sentido. El término nihilismo aparece por primera vez en un personaje de Turguénev, pero su presencia ya se había dejado sentir en autores de las generaciones anteriores (Jean Paul, Hölderlin, Leopardi). De hecho, su expresión más rotunda aparece mucho antes, a principios del siglo XVII, cuando Macbeth describe la existencia como “a tale told by an idiot, full of sound and fury, signifying nothing” (un cuento contado por un idiota, lleno de sonido y de furia, que no significa nada). En Los hermanos Karamázov, la gran novela filosófica de Dostoyevski, Iván constata que Dios ha muerto y, por tanto, el ser humano es libre. Pero la muerte de Dios, sin ningún otro horizonte que supla su ausencia, deja al mundo sin norte y al ser humano sin rumbo. “Todo está permitido”, escribe Dostoyevski: la nueva libertad no pone límites a los instintos más egoístas y criminales. Nietzsche toma nota pronto: “El peligro de los peligros: nada tiene sentido”. La experiencia de que nada tiene sentido se halla en el núcleo de las grandes obras de Kafka, Joyce, Beckett y tantos otros testigos del siglo XX, relatos que no significan nada más allá de la constatación del absurdo y de la falta de sentido, y en los que ya ni siquiera queda la furia.
Hoy encontramos la misma constatación bajo la efervescente espuma de las distracciones electrónicas. David Foster Wallace, descrito por The New York Times tras su suicidio en 2008 como “la mejor mente de su generación”, intentó expresar la angustia y el extravío que sentía en el fondo de un mundo acomodado como el suyo: “Hay algo especialmente triste en ello, algo que no tiene mucho que ver con las circunstancias físicas, o con la economía o con nada de lo que se habla en las noticias. Es más como una angustia al nivel del estómago. La veo en mí y en mis amigos de distintas formas. Se manifiesta como una especie de extravío”.
En momentos de silencio o confinamiento, si no somos presa de las distracciones o del miedo, tal vez nos preguntamos qué es todo esto, qué hacemos aquí. No se trata de fantasías de personas especialmente sensibles. También lo han constatado científicos del más alto nivel. Jacques Monod, premio Nobel de Medicina, afirmaba que el ser humano se halla extraviado en un universo que es “sordo a su música” y “tan indiferente a sus esperanzas como a su sufrimiento o a sus crímenes”. Steven Weinberg, premio Nobel de Física, escribe que el universo es “abrumadoramente hostil” y que cuanto más lo conocemos, más comprobamos que no tiene ningún sentido.
La falta de sentido no es exclusiva del mundo contemporáneo. Si el ser humano está extraviado, lo está desde hace tiempo. Pero desde hace algo más de un siglo, desde el estallido de la Primera Guerra Mundial, ese extravío se siente con mayor intensidad. Y con mayor intensidad todavía se siente a partir de la Segunda Guerra Mundial.
En cuatro campos de concentración nazis estuvo internado el psiquiatra Viktor Frankl. Allí constató que solo quienes tenían una profunda motivación conseguían reunir fuerzas para sobrevivir, física y psicológicamente, a aquellas condiciones atroces. Frankl comprendió que lo que en el fondo más nos motiva no es la sed de placer o de poder, sino la búsqueda del sentido de la propia vida, de un horizonte hacia el que valga la pena caminar en la aventura de la existencia. El sentido de la propia vida, único e intransferible, no es algo que tengamos que inventar, sino algo que vamos descubriendo a cada momento y a lo largo de los años.
Frankl señalaba que el vacío existencial, la incapacidad de encontrar sentido a la vida, “es un fenómeno generalizado en el siglo XX”. Produce una frustración íntima de la que emergen múltiples formas de depresión, ansiedad y adicción. De esa falta de sentido también derivan la sed codiciosa de dinero y poder, y la desorientación que hoy impregna el mundo. Un filósofo versado en cuestiones de psiquiatría, David Michael Levin, señalaba hace ya más de tres décadas: “La compulsión a producir y consumir, conducta característica de nuestra vida en una economía tecnológica avanzada, podría ser a la vez una expresión de furia nihilista y una defensa maniaca contra nuestra depresión colectiva en una época de insoportable pobreza espiritual y de creciente sentido de desesperación”.
Es como si tuviéramos que tapar el vacío existencial a base de posesiones y distracciones, cada vez más aceleradas y más intensas. Con ello perdemos el arraigo, la coherencia y la plena presencia en el aquí y ahora. Y el mundo que antes llamábamos real queda sustituido por un mundo centrado en los entretenimientos.
Jordi Pigem (Barcelona, 1964) es filósofo de la ciencia y escritor. Este extracto pertenece al libro ‘Pandemia y posverdad. La vida, la conciencia y la Cuarta Revolución Industrial’, de Fragmenta Editorial, publicado este 1 de diciembre.
Un audiolibro para escucharlo muchas veces en tu camino de vida.
Gracias, gracias, gracias Anthoni De Mello.
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Has sentido que te molesta la forma de ser de alguna persona y no sabes porque? La persona en cuestión no ha hecho nada para molestarte pero hay algo de ella que no te gusta y no te explicas exactamente qué puede ser.
Si te ha pasado eso, debes saber que lo más probable es que esa persona sea más similar a ti de lo que crees. Y que tenga aspectos tuyos que no te gustan y rechazas de forma inconsciente.
Cuando percibes las cosas que no te gustan de ti mismo en otra persona, es muy probable que te cause rechazo pues estás viendo una proyección directa de tus propias incomodidades.
No logras identificar la causa de tu molestia porque todo este proceso es netamente inconsciente y necesitas tener un gran autoconocimiento para saber el origen de esta y en consecuencia poder trabajar esa emoción.
Lo que nos enseña la filosofía budista
Buda afirmaba que aquellas cosas que no hemos podido resolver en nosotros mismos como los miedos, preferencias no aceptadas socialmente, rencores, inconformidades y un largo etc, podemos verlas en otras personas y sentir rechazo por ellas.
En este sentido, lo importante es identificar qué es lo que te molesta de esa persona (aún más si debes convivir con ella) y verás que esa característica, de alguna forma, se asocia contigo o con alguna persona muy cercana a ti.
Es importante romper con la negación
Ver nuestros propios aspectos negativos y errores es una tarea muy difícil. Se debe tener inteligencia emocional para poder ser conscientes de las cosas que nos disgustan de nosotros mismos.
A modo de ejercicio, intenta definir exactamente qué es lo que te molesta de la persona en cuestión. Una lo que tu inconsciente te está señalando.
Para este ejercicio se debe ser lo más claro y maduro posible. ¿Cuál es el problema? ¿Esa persona se queja mucho? Posiblemente tú también tengas esta conducta actualmente y odias esa versión de ti. O quizás es un aspecto de tu personalidad que ya has trabajado y superado y no quieres volver a presentar.
¿Te parece que esa persona es irresponsable? Quizás has actuado de forma irresponsable en otros aspectos de tu vida y te sientas culpable y por esta razón, la otra persona te causa molestia.
Te parece que la otra persona es lenta, o no hace las cosas como tú queires y vives en total control de las situaciones y como no actúa como tú quieres te enfadas?
Son las carencias de nosotros mismos!!
Desde que nacemos y aprendemos a convivir, primero con nuestros padres y familia y después en la sociedad en general, son muchas las situaciones que van a generar carencias emocionales.
Pongamos un ejemplo. Tienes un amigo que frecuentemente se reúne con su familia, publica fotos con ellos, te cuenta anécdotas de sus familiares, etc. y eso te causa molestia. En este caso, es muy posible que la relación con tu familia no sea igual de buena y te incomode que la de tu amigo sí.
En esa situación, tu amigo no estaría haciendo nada para molestarte pero la actitud te incomoda por rencores y sentimientos que no has logrado sanar.
Sucede con mucha frecuencia, sin embargo, lo importante es identificar la causa para sanar nuestros vacíos emocionales.
Te molesta aquello que tú no puedes hacer
Es también muy frecuente que te moleste alguna cosa de una persona simplemente porque es algo que tú no puedes hacer. Por una u otra razón, hay cosas que nos gustaría hacer y que no podemos.
Por ejemplo, toda tu vida quisiste dedicarte al deporte pero no pudiste porque en casa te obligaron a dedicarte a otra cosa. Conoces a una persona que es deportista y que su vida se centra en ello y eso te molesta y no sabes porque.
En este caso, estarías viendo un reflejo directo de tu frustración y es casi normal que te incomode ver a alguien más cumpliendo el sueño que tú, por cualquier causa no pudiste cumplir. En este caso, el rencor y la frustración que te causa esa persona seria la causa de tu molestia.
Acepta las molestias de forma sana!!!
No hay nada peor que un sentimiento reprimido. Carl Jung dijo en una oportunidad “Lo que niegas te somete, lo que aceptas te transforma” así que debes trabajar para sanar aquello que rechazas de ti mismo.
Loa siguientes consejos son muy útiles. Ponlos en práctica y verás que tu sensación de malestar irá disminuyendo y te convertirás en una mejor persona.
Trabaja el autoconocimiento: Busca en tu interior. Si es necesario recuerda incluso hasta tu niñez para dar con aquello que te molesta de ti y que estás viendo reflejado en esa persona.
Acéptalo: Aceptar las cosas que han pasado en tu vida y aceptarte física y mentalmente tal como eres hará que vivas sin frustraciones e incluso te darás cuenta de que vales mucho más de lo que pensabas. si se trata de perdonar, perdona.
No juzgues: Recuerda que todos los seres humanos estamos intentando vivir de la mejor manera y que juzgar a los demás no nos trae nada bueno a nuestra vida. Hay que convivir con las diferencias de cada quien pues de eso se trata la vida, de la diversidad.
No sesgues la realidad: A veces distorsionamos los hechos y las palabras de las demás personas para justificar nuestras molestias. Es importante que veas objetivamente a los demás y a sus acciones.
Meditar es autoconocerse
La meditación te ayuda a conocer y a explorar hasta los rincones más profundos de tu mente.
Si no logras identificar la causa de tu desagrado, unos minutos de meditación diariamente te pueden ayudar a esclarecer muchas cosas y seguramente terminarás recordando hechos que tu memoria había echado al olvido.
La meditación se trata de conocernos profundamente y de sanarnos. Una vez que conozcamos nuestras debilidades y temores será mucho más fácil superarlos y acercarnos a una vida más serena, libre de frustración, molestia, envidia y apego.
Gracias por ser y estar, pero lo más maravilloso de esta nuestra travesía es y será por siempre gracias mil gracias por existir y coincidir, un abrazo fuerte de corazón a corazón hoy y siempre.
(Tomado de la Red)
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—Cuando te ames.
—No. Me refiero a mi pareja ideal, la definitiva, mi llama gemela…
—Cuando te ames…
—No lo entiendo, ¿qué tiene que ver que me ame con encontrar el amor?
—Todo. Si no te amas, nadie podrá amarte realmente. Pasarás por diferentes relaciones de aprendizaje (duro aprendizaje), pero no de amor verdadero. Te haré una pregunta: ¿qué es para ti el amor?
—¿El amor? Pues creo que está muy claro: que alguien me quiera, que estén pendientes de mí, tener a alguien que me haga feliz, que ilumine mis días. Una persona que me dé lo que necesito, que me colme de atenciones, que me haga sentir como una diosa…
¿Qué otra cosa podría ser el amor? Estar con la persona que te llene y que haga de tu vida algo especial.
—Son unos deseos comprensibles… pero observa que estás poniendo toda la responsabilidad en el otro.
—Por supuesto, ¿acaso no es el otro el responsable de mi felicidad? Si estoy con él es para que me ame, para que me haga feliz…
—La felicidad auténtica no puede depender de otra persona. Es cierto que el otro puede darte y compartir contigo cosas maravillosas, pero nunca podrá hacerte «realmente» feliz.
—¿Entonces soy yo la responsable? Eso me parece absurdo. Siempre he oído y aprendido que debo buscar a alguien que me quiera y que me ame, alguien que me haga descubrir la verdadera felicidad y que esté conmigo para siempre, como en las películas.
—El otro no es más que un reflejo de ti misma y de tu estado de conciencia actual. Ten por seguro que si estás esperando a alguien que «te haga feliz», ese alguien que resuene contigo también estará esperando algo parecido de ti, ya que su vibración será similar.
Esto implica iniciar una relación en la que, más pronto que tarde, la dependencia, los apegos y la frustración serán la norma habitual. ¿Puedes decirme cómo han acabado tus relaciones anteriores?
—La verdad es que no muy bien, he tenido muchas decepciones… La suerte no me acompaña. No consigo encontrar a nadie que me llene realmente, pero no pierdo la esperanza…
—Las decepciones seguirán produciéndose mientras sigas poniendo en el otro la responsabilidad de tu felicidad. Tu dolor será cada vez más agudo, hasta que comprendas que la «solución» no está fuera de ti.
—¿Insinúas que todo depende de mí y no del otro?
—Así es. Tú eres la que debe decidir, en algún momento, valorarse, respetarse y darse el amor que espera recibir. Aunque suene duro, tu «espera» del amor no tiene sentido, y se prolongará indefinidamente mientras no mires primero hacia ti.
El amor eres tú mism@, tu esencia, tu luz, tu verdad, así como tu capacidad de perdonarte, aceptarte y reconocerte tal y como eres ahora.
Que el otro te perdone, te acepte y te reconozca puede aliviarte temporalmente, pero no te servirá de nada mientras sigas obsesionado en que ese otro asuma una responsabilidad que únicamente te corresponde a ti. Esa será la clave de tu crecimiento y de tu madurez espiritual.
***
La ignorancia se cura leyendo.
La violencia se termina abrazando.
La carencia se corta sembrando.
La ambición se esfuma compartiendo.
La soledad desaparece mirando el cielo.
La tristeza se cura bailando.
La ceguera se cura mirando.
La crítica se cura creando.
Las fronteras se curan viajando.
La confianza se obtiene confiando.
La esperanza se conquista esperando.
La certeza se logra actuando.
La abundancia llega agradeciendo.
La creatividad emerge al conectarse.
La felicidad te sorprende amando.
El más beneficiado es el que más ama, no el amado.
El que más tiene es el que más da.
El que más cosecha es el que más siembra.
La sabiduría aparece viviendo.
La belleza emerge con el arte.
La juventud surge al envejecer.
El entusiasmo se potencia meditando.
La victoria se logra caminando.
Y el milagro aparece soñando. – Feliz y bendecido día alma bonita. Abrazos de luz.
APRENDIENDO
Que el sol nos enseñe a comenzar cada día..
Que la luna nos enseñe la paciencia de esperar el amanecer..
Que las estrellas nos enseñen a iluminar nuestras largas noches..
Que el viento nos enseñe a soltar..abrir las manos y dejar volar lo que ya no ha de estar..
Que el mar nos enseñe de inmensidad e infinito.. al que pertenecemos..
Que el árbol nos enseñe de echar raíces saludables para tocar las nubes..
Que la flor nos enseñe a mostrar nuestra belleza única despreocupadamente en el gran jardín del mundo.
Que el animal fiel amigo nos enseñe el valor de la lealtad.
Si miramos más allá de los ojos..
La enseñanza de todo lo que nos rodea es puro amor.
“…Que no pierda las ganas de aprender las enseñanzas simples de la vida…
TODO ES TRANSITORIO
El desapego no implica que no podamos disfrutar de las cosas buenas que el mundo nos ofrece. En realidad nos ayuda a disfrutarlas todavía más.
Una vez que reconocemos y aceptamos que todas las cosas son transitorias y que el cambio es inexorable, podemos disfrutar los placeres del mundo sin temor a la pérdida y sin angustia frente al futuro. Cuando nos desapegamos, podemos ver las cosas desde un punto de vista más elevado en lugar de quedar atrapados por los acontecimientos de la vida. Somos como el astronauta que ve el planeta Tierra rodeado por el espacio infinito y reconoce una verdad paradójica: que la Tierra es preciosa pero insignificante al mismo tiempo.
El hecho de reconocer que «esto también pasará» trae consigo el desapego y éste, a su vez, nos abre una nueva dimensión en la vida:
el espacio interior.
(Tomado de la Red)