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LA MEMORIA DEL AGUA

 

LA MEMORIA DEL AGUA. Dr. Masaru emoto

Que la memoria del agua nos traiga cada día momentos alegres y en agradable compañía. Un fuerte abrazo desde el corazon!


CUIDA TU COMPAÑERO DE VIDA

“¿Quien es tu compañero de vida?”
¿Tu mamá?
¿Papá?
¿Esposa?
¿Hijo?
¿Esposo?
¿Hija?
¿Amigos?

¡PARA NADA!
Tu verdadero compañero de vida es tu cuerpo.
Una vez que tu cuerpo deja de responder, nadie esta contigo.
Tú y tu cuerpo están juntos desde que naces hasta que mueres.
Lo que le haces al cuerpo es tu responsabilidad y eso se te regresa.
Entre más cuidas de tu cuerpo, tu cuerpo va a cuidar más de ti.
Lo que comes, lo qué haces para estar en forma. Cómo lidias con tu estrés, cuánto descanso le das; va a decidir cómo tu cuerpo te va a responder.
Recuerda que tu cuerpo es el único domicilio permanente en el que habitas.
Tu cuerpo es tu activo/ pasivo, que nadie más puede compartir.
Tu cuerpo es tu responsabilidad. Porque tú eres su verdadero compañero de vida.
Estate en forma. Cuídate a ti mismo. El dinero va y viene. Parientes y amigos no son permanentes.

Recuerda, nadie más puede ayudar a tu cuerpo que tú.

Pranayama – para los pulmones .

Meditación- para la mente.

Yoga – para el cuerpo.

Caminar – para el corazón.

Buena comida – para los intestinos.

Oración y Buenos pensamientos – para el alma.

Feliz viaje de vida – para cada ser en el mundo.

(Tomado de la Red)


SI LIBERAS EL PERICARDIO TE ABRES A UN ESTADO DE ALEGRIA

Cada día por la mañana al levantarme y al acostarme pongo atención en la respiración, acompañandola a esa zona del pericardio, sintiendo ese momento de calma, conexión, comunicación y fusión con todo, dando tres veces gracias al proceso inteligente y autodirigido de la vida.

Te invito a pinchar en el siguiente link para leer este interesante artículo de Montserrat Gascón, donde nos explica y nos acompaña para liberar el pericardio, cuidar nuestra salud en momentos de nuestra vida.

LIBERA EL PERICARDIO

 


ENFRENTA EL DOLOR CON LAS MANOS

— Abuela, ¿cómo se enfrenta el dolor?

— ¡Con las manos, mi niña!
Si lo haces con la mente, el dolor en lugar de suavizarse, se endurece aún más…

— ¿Con las manos abuela?
— Sí…
¡Nuestras manos son las antenas de nuestra alma!
Si las haces mover…
Cosiendo!
Cocinando!
Pintando!
Tejiendo!
Tocando!
o
Hundiéndolas en la tierra!

Éstas envían señales de amor a la parte más profunda de ti…
Y tu alma se tranquiliza!
Porque le estás prestando atención…

Así ya no necesita enviarte dolor para hacerse notar.
Muéve tus manos mi niña! Empieza a crear con ellas!
y Todo dentro de ti se moverá…

El dolor no pasará!
Pero se convertirá en la mejor obra maestra…
Y ya no dolerá más!
Porque habrás logrado bordar su esencia…

Tomado de la red


LA MEDITACION EN PSIQUIATRÍA AYUDA A PREVENIR RECAIDAS

«La meditación en psiquiatría ayuda a prevenir recaídas»

Entrevista a Christophe André. Psiquiatra y escritor

De pequeño dice que ya era como ahora: solitario y sociable, divertido ante la vida e inquietado por ella. «En definitiva, hecho para la psicología».

Christophe André nació en Montpellier, hijo de un marino y una maestra, y pasó su juventud en Toulouse, entre la facultad de Medicina y los campos de rugby. Había leído a Freud y por eso se convirtió en psiquiatra. En París encontró nuevos horizontes y vio nacer a sus tres hijas.

Hoy André divide su tiempo profesional entre el ejercicio de la psiquiatría y la escritura de libros en los que explica cómo sus pacientes aprenden a vivir mejor. Confiesa que él es su primer paciente y su primer lector.

En español se pueden encontrar El arte de la felicidad (Ed. Paidós), en el que comenta cuadros famosos con gran lucidez, así como Prácticas de autoestima, El placer de vivir, Psicología del miedo o Los estados de ánimo. El aprendizaje de la serenidad. En los últimos años ha publicado varios títulos sobre meditación, como Tiempo de meditar, Meditar: 3 minutos o Meditar día a día: 25 lecciones para vivir con mindfulness.

Muy mediático en Francia, anima un blog en el que se sincera a diario y reflexiona sobre el modo en que nos comportamos, a menudo a partir de anécdotas cotidianas sobre las que posa su mirada sensible.

Nos atiende con la amabilidad que le caracteriza en su consulta del hospital universitario Sainte-Anne de París, antes de que se reúna con sus pacientes para meditar en grupo.

–He preguntado en la calle cómo llegar aquí y se han referido a este hospital como «el de los locos». ¿Quiénes son esos «locos»?
–Para un psiquiatra no existen los locos. Hay depresivos, ansiosos, esquizofrénicos, paranoicos… personas que sufren enfermedades psicológicas. El hospital de Sainte-Anne es muy grande. Yo trabajo con pacientes ambulatorios, es decir no hospitalizados, y por lo tanto menos graves. Mi especialidad es la ansiedad y la depresión, y sobre todo la prevención de las recaídas. Me encargo de proponer recursos a los pacientes que salen del hospital para fortalecerlos psicológicamente. Eso fue lo que me llevó a interesarme por los problemas de autoestima y equilibrio emocional, y por la psicología de la felicidad, territorios que permiten a las personas frágiles trabajar para mejorar su equilibrio. Así que trabajo con personas que no están muy mal pero que pueden llegar a estarlo.

–¿Qué ha aprendido de ellas en todos estos años?
–Que nos parecemos bastante. Más o menos todos tenemos las mismas fragilidades e inquietudes, los mismos puntos débiles y fuertes. Pero al mismo tiempo también he visto que hay desigualdades muy grandes: personas que han tenido la suerte de venir al mundo en una familia que les ha enseñado a amar, ser felices, cuidarse… y que a pesar de sus fragilidades tendrán la posibilidad de vivir una vida bastante armoniosa, y personas con las mismas fragilidades a las que no han enseñado a estar bien, y a las que hay que enseñárselo una vez adultas.

Mis pacientes me enseñan muchas cosas porque tengo una relación estrecha con ellos, pero aprendo en general de todas las personas con las que me relaciono. Cuando me encuentro a alguien, observo cómo funciona, en qué es admirable y me puede inspirar, y en qué flaquea y arroja luz así también sobre mis propios fracasos.

Herramientas para ser feliz

–¿Y cómo ha evolucionado su modo de tratar a estas personas? Ha introducido en su terapia la meditación, el arte, los paseos…
–Al principio, como muchos médicos, era muy académico. Hacía lo que me habían enseñado a hacer, que está muy bien porque era necesario. Pero poco a poco fui viendo que la prevención era muy débil en psiquiatría. En otras áreas, como en cardiología, los médicos ponen mucha atención en el trabajo preventivo –les dicen a sus pacientes que no fumen, no coman demasiado, etc.–,mientras que en psiquiatría eso no se hacía mucho. Sí había fuera muchos talleres de crecimiento personal, yoga, respiración, etc. pero los médicos lo miraban con desconfianza e incluso desprecio. Después nos dimos cuenta de que nos habíamos equivocado, que había una verdadera necesidad de ayudar a las personas a sentirse bien, a construir su equilibrio, y que en todos esos acercamientos no científicos había algo que merecía ser evaluado y utilizado en psiquiatría.

Mi evolución personal se ha hecho poco a poco desde una visión muy académica (con medicamentos y psicoterapia comportamental y cognitiva) hacia otra más abierta, alternativa, que incluye la meditación, por ejemplo, pero siempre poniendo cuidado en no integrar en el hospital ningún método que no tenga un mínimo de pruebas científicas. La meditación de la plena conciencia, como la que se utiliza en este servicio desde hace algunos años para prevenir recaídas de problemas depresivos o ansiosos severos, tiene estudios científicos que prueban su utilidad.

–¿Es usted pionero en la introducción de la meditación en psiquiatría?
–Sí y no. No descubrí yo que la meditación podía ser útil para equilibrar a las personas psicológicamente pero sí la introduje en un hospital universitario en Francia, en el 2004. Y es importante porque si se propone aquí, eso da confianza a muchas personas. Pero insisto: no descubrí nada, solo lo apliqué. Y hoy vienen muchos psicólogos y psiquiatras a formarse en el grupo.

«No descubrí yo que la meditación podía ser útil para el equilibrio psíquico pero sí la introduje en un hospital.»

Meditación para los pacientes

–¿Por qué le interesa especialmente la meditación?
–Primero me atrajo el budismo. Hace seis o siete años conocí a Matthieu Ricard y nos hicimos muy amigos. Él mismo me contó el interés de las prácticas budistas para el equilibrio emocional. Me aconsejó libros y le acompañé en un viaje a la India a pasar una semana cerca del Dalai Lama, con el Mind & Life Institute, que es una asociación estadounidense que organiza regularmente encuentros entre el Dalai Lama e investigadores en neurociencia y científicos de la psicología y psiquiatría. Ricard me enseñó que había elementos en el budismo que podían utilizarse en psicoterapia. Al mismo tiempo, como eso me interesaba, conocí a pioneros como Jon Kabat-Zinn o Zindel Segal, que han sido mis maestros.

Todo ese interés personal coincidía con mi búsqueda de métodos para ayudar a mis pacientes. Yo veía que las herramientas que les proponíamos tenían límites y buscaba cómo reforzar la eficacia de los tratamientos. La meditación de la plena conciencia aporta algo nuevo. No es exactamente una terapia sino más bien una ayuda para que los pacientes vivan su vida de otra forma, para que estén presentes en la medida de lo posible y lo más a menudo posible. En vez de estar haciendo siempre algo, se trata de experimentar lo que ocurre en el propio cuerpo y alrededor, sin más. Es una idea muy simple pero muy importante para los pacientes psiquiátricos, que a menudo están cavilando sobre los sufrimientos pasados y las dificultades que les esperan.

–¿Usted practica la meditación regularmente?
–Todas las mañanas. Me levanto pronto y medito sentado entre diez minutos y media hora. Pero, además, trato de vivir el máximo de actividades cotidianas en estado consciente. Cuando pelo zanahorias, pelo zanahorias y punto, trato de no estar pensando en que debería estar en otra parte o en lo que tengo que hacer después. Y lo mismo si friego los platos, saco la basura, camino o espero. Me concentro en hacer lo que estoy haciendo. Además, todos los años hago un retiro de una semana, a veces con colegas.

Un camino largo

–Con los años, ¿se notan cambios o sigue resultando difícil vivir el presente?
–Lo que cuesta es la regularidad en los ejercicios. Como en cualquier otra cosa, hay que practicar con constancia. Cuanto más tiempo llevas haciéndolo, más claro ves que lo necesitas y que se trata de algo complejo, sutil, delicado… mientras que cuando empiezas tienes la impresión de que lo vas a controlar todo rápidamente. Cuanto más avanzas, más ves lo que te queda por recorrer. Pero eso no es un problema. Y uno se da cuenta de que hay que volver a lo más simple. Lo importante es vivir el máximo de instantes posibles en el presente y abrirse a lo que llega sin necesidad de juzgar ni reaccionar, aceptando y acogiendo la experiencia.

–Muchas veces los post de su blog están escritos a las 5 o 6 de la mañana. ¿A qué hora se levanta?
–Depende. Me levanto muy pronto pero también me acuesto muy pronto, hacia las 10 de la noche. ¡Me costaría mucho ser español! Cuando me invitan a cenar mis amigos ya saben que a partir de las 11 me caigo de sueño. Me encanta levantarme pronto y ver nacer el día. La llegada del sol es algo muy reconfortante e importante. También hay días en que me levanto tarde pero ¡me cuesta quedarme en la cama! Llevo un ritmo animal, de acuerdo con la luz.

–¿Sufre estrés?
–Sí, sí. Tengo un temperamento bastante ansioso, frágil en lo emocional. No por casualidad me interesan todas estas técnicas de trabajo para la ansiedad y la depresión. El trabajo de psiquiatra es estresante porque se ve mucho sufrimiento crónico. Se tratan patologías y vidas complicadas. Es duro. Por eso dedico a la psiquiatría solo la mitad de mi tiempo profesional: en la otra mitad escribo libros, enseño en la universidad o doy conferencias. Cuando practicaba la psiquiatría a tiempo completo me afectaba.

Dos años sin dolor de cabeza

–¿Qué hace para mantener su equilibrio?
–Recurro a las técnicas de las que hablo a mis pacientes y lectores. Justamente en la reducción del estrés es donde se ven muy claros los beneficios de la meditación. Yo tenía a menudo tensión en la nuca y dolores de cabeza después de jornadas de trabajo en el hospital o de días complicados en general. Desde hace dos o tres años no he vuelto a tener ni uno. Y sigo teniendo muchas cosas que hacer. Yo creo que es debido, entre otras cosas, a esta práctica. Si se medita, se sufren menos síntomas psicosomáticos, menos desequilibrios emocionales, te enfadas menos, las inquietudes duran menos… No es que no vuelvas a sentir irritación, inquietud o tristeza, sino que reaccionas a ellas de forma distinta. Tomas conciencia de que son pensamientos, respiras… y no caes tanto en la trampa de los pensamientos negativos.

–De todo lo que usted propone a sus pacientes y lectores, ¿la meditación es lo que más le ha ayudado?
–Todo me ha ayudado. Como terapeuta hay tres grandes técnicas que me han resultado muy útiles en la vida: la autoafirmación o asertividad, las terapias cognitivas (comprender que lo que nos afecta no es solo lo que nos pasa sino lo que nos decimos a nosotros mismos sobre ello: «esto es grave», «esto es definitivo», etc.) y la meditación, para tomar distancia de las turbulencias de la vida. Lo que me ha ayudado mucho también es la psicología positiva (cultivar actitudes como la gratitud, la sonrisa o la compasión). Como vengo de una familia de pesimistas y depresivos, y la psiquiatría se centra en el sufrimiento, la psicología positiva me resulta apasionante y efectiva.

Vivir lo positivo

–¿Cómo la practica?
–Por ejemplo, intento sonreír en situaciones de estrés. O, al irme a dormir, pienso en dos o tres personas a las que doy las gracias: alguien que ha sido amable conmigo, alguien que me ha enseñado algo o el músico que ha compuesto una música que me ha gustado.

–¿Y qué hace con lo negativo?
–No lo niego. La psicología positiva no se basa en la idea de que la vida es positiva sino de que necesitamos cosas positivas en la vida. Un día estaba en el metro y vi reflejada mi cara en la ventana: era una cara triste. Y a mi alrededor todos los rostros me parecían también tristes. Me pregunté si tenía algún motivo para poner esa cara y no lo encontré. La psicología positiva dice que en la vida hay dificultades, cosas graves que no hay que positivizar, pero también un montón de momentos que no están nada mal. Si tiendes a la depresión vas a contaminar esos momentos en que todo va bien y en vez de disfrutarlos vas a empezar a anticipar el próximo sufrimiento. El mensaje de la psicología positiva no es transformarlo todo en positivo sino ocuparse de lo negativo, vivir lo positivo e intentar vivir también de manera sonriente lo que es neutro.

«La psicología positiva no dice que la vida sea positiva sino más bien que necesitamos cosas positivas en la vida.»

Enseñar a ser feliz

–Usted es conocido como «el psicólogo de la felicidad». ¿Cómo enseña a sus hijas a ser felices?
–¡Ah, qué pregunta! Sí, forma parte de mi tarea como padre enseñarles a aprovechar la vida. Creo que para enseñar a sentir la felicidad no hay que decir nada sino mostrarlo. Cuando eran pequeñas cada vez que yo estaba contento se lo mostraba. Si pasábamos al lado de algo bello, como una flor, me paraba y les decía: «mirad qué bonito». Ya está. Algunos días miraban y otros me decían: «papá, déjanos en paz», pero notaban que yo me alegraba de ver esas flores. Que me paraba y miraba. Por supuesto había veces en que estaba preocupado o de mal humor, y no lo ocultaba, se me notaba en la cara. Pero si me decían: «papá, te pasa algo», les explicaba que tenía problemas en el trabajo, que eran cosas normales y que iban a pasar, que intentaría reírme. Este ha sido uno de los objetivos de mi trabajo educativo: enseñarles que era interesante estar feliz, que uno se sentía mejor cuando estaba bien. Pero no sé si habrá funcionado. Estas cosas tienen un efecto retardado.

–¿Cómo ve a sus hijas?
–Las tres son muy diferentes. Una tiene grandes aptitudes para ser feliz, es muy risueña y sociable. Ha sido mi mejor alumna, la que más se divertía conmigo viendo cosas hermosas y la que más me las enseñaba también. Hay otra que es muy reservada. Tengo la impresión de que no está muy dotada para la felicidad, pero quizá me equivoque. Y hay una tercera que es muy ansiosa, que le cuesta mucho ser feliz si tiene pequeñas preocupaciones. Para ella la felicidad es que todos los problemas estén solucionados. ¡Así que de momento mis enseñanzas no han funcionado muy bien con ellas! Pero hay que esperar. Lo que importa es enseñarles que la felicidad existe, hacerles vivir momentos felices con nosotros, que sepan que es algo que uno puede sentir, y que más tarde puedan también considerar que es posible y no algo quimérico. Y que es algo que se puede conseguir más que algo que uno espera pasivamente que llegue.

–¿A qué desafíos psicológicos tendrán que enfrentarse?
–Todos los que trato en mis libros. Por una parte, los relacionados con la autoestima: es decir, llegar a tener una idea favorable de sí mismas, que no significa sentirse superior sino tratarse de manera afectuosa, como se trataría a un amigo, y saber reconfortarse frente a las dificultades en vez de castigarse, etc. El desafío también de experimentar la felicidad y el bienestar psicológico. El de ser capaz de relativizar y no verse desbordado por las presiones y preocupaciones.

Escoger en el amor

–¿Y qué desafíos afrontarán como mujeres?
–A menudo tengo miedo de que sufran por amor. Cada vez que un chico aparece en escena, pido muchos datos, ¡casi la ficha policial! Lo hago medio en broma pero les muestro que para mí es importante, que pueden equivocarse y escoger mal. Pero ahí de nuevo creo que funcionan los modelos y espero que mi esposa y yo les demos una idea de pareja que dialoga, que a veces discute pero que se reconcilia. En el encuentro amoroso se puede sufrir mucho porque a veces se ponen demasiadas ilusiones o, por el contrario, demasiadas defensas. Como en la felicidad, creo que es muy importante para la vida amorosa haber tenido buenos modelos en la infancia. Eso te hace ganar mucho tiempo.

Yo perdí mucho en mi vida amorosa porque mis padres tenían una relación infeliz y eso me hizo tener una idea de la pareja como algo poco interesante. Tardé mucho en comprometerme. No pasa nada pero hice sufrir a otras personas, y yo también sufrí. Espero haber mostrado a mis hijas a qué se puede parecer una pareja que funciona, y que puedan identificar a alguien que no sería un buen compañero para ellas. Uno no puede evitar dirigirse hacia personas con las que no es posible entenderse pero lo importante es sentir rápido que eso no va a funcionar, para no sufrir en vano ni perder mucho tiempo.

–¿Las mujeres sufren más por amor que los hombres?
–No estoy seguro pero ¡tengo tres hijas! así que estoy más atento al sufrimiento femenino. Me da la impresión de que en general los hombres sufren menos por amor.

La sensibilidad es riqueza

–Y en cuanto a la autoestima, siendo mujeres ¿reciben más presiones sobre su imagen, por ejemplo?
–La presión a la que está sometida la mujer en lo que se refiere a la apariencia física hace más frágil su autoestima, pero a los hombres les va a pasar lo mismo muy pronto. De hecho ya les pasa a muchos chicos: ponen mucha atención en el peinado que llevan, la ropa… incluso algunos se empiezan a maquillar. Lo he visto hace un par de meses en Montreal: tres o cuatro hombres maquillados, que no eran necesariamente homosexuales. Así que en vez de liberarse las mujeres de esta presión, ahora también la empiezan a sufrir los hombres.

–¿Qué temas le interesan para próximos libros?
–Estoy escribiendo uno sobre meditación. Se parecerá a El arte de la felicidad porque estará ilustrado con cuadros que ayuden a reflexionar y a ejercitarse en la plena conciencia.

–Usted parece muy sensible: al arte, a los demás… ¿Qué les diría a las personas sensibles, que a veces sufren por ello?
–La sensibilidad forma parte de nuestra identidad, así que no vale la pena intentar evitarla ni aparentar ser duro ni impedirse sentir con más intensidad que los demás. Sería como querer cambiarse el color de los ojos. Les recordaría lo que ya saben: que la sensibilidad es una fuente de riqueza y que nos ayuda a vivir el presente porque estamos obligados a estar atentos a lo que nos llega, no vaya a ser que nos resulte demasiado fuerte o nos haga daño. Este es el lado positivo: una apertura forzosa hacia el mundo.

En general, los sensibles tienen la capacidad de acoger muchas experiencias. Pero eso solo es una suerte si se trabaja. Hay que aprender a aceptar la sensibilidad y canalizarla, y a desarrollar otras fuentes de equilibrio. Ser sensible no es el problema, sino ser sensible y no hacer deporte, beber demasiado, comer mucho, dormir poco… Entonces es terrible. La sensibilidad impone unas reglas de vida, más exigentes que para otras personas más sólidas emocionalmente. Hay que saber cuidarse para que la sensibilidad sea más una suerte que un hándicap.

–¿Qué le animó a crear un blog? ¿Qué le aporta?
–Primero fue por curiosidad: me parecía interesante encontrarme con mis lectores. Escribo una nota y al final del día tengo 30 o 40 comentarios que señalan lo que les ha parecido interesante, lo que he olvidado, lo que es criticable… Es muy variado e inmediato, y me encanta leerlos por la noche. Pero también lo hice por ansiedad: no estoy seguro de que mis libros se vendan igual de aquí a cinco años e intento ver a qué se parecerá mi profesión de escritor en unos años. Porque de lo que sí estoy seguro es de que habrá una mayor necesidad de psicología.

¿Demasiados maestros?

–¿Se esperaba el éxito que cosecha su blog?
–No me imaginaba que pudiera tener tantas conexiones. Pero ahora ya me pesa un poco, voy a ralentizar el ritmo y pasar a escribir solo tres veces por semana. Necesito tiempo para escribir mi libro y a menudo lo que escribo en el blog dejo de hacerlo en mis cuadernos de notas. ¡Me siento aliviado!

–¿Hay un exceso de personas que nos proponen cómo vivir? ¿O hay mucha sed de este tipo de enseñanzas?
–Había una verdadera necesidad y es un progreso que la psicología se haya convertido en algo central. Antes no eran necesarias las competencias psicológicas o relacionales: uno se dedicaba a lo mismo que sus padres, se casaba con alguien que la familia había escogido, etc. Hoy las necesitamos. Pero la psicología ha tenido a veces un protagonismo excesivo. Se vio en Francia con la psicología infantil, sobre todo con Françoise Dolto, que por no hacer sufrir a niños proponía poco más o menos que renunciar a educarlos. Ocurre como con todo: había una falta de psicología, luego en algunos casos hubo un exceso y ahora va a volver a ocupar su lugar.

«Saber qué enferma a las personas más frágiles permite advertir a la sociedad de lo que puede resultar peligroso.»

–¿Qué puede aportar un psiquiatra a la psicología?
–El psiquiatra cuida de personas que yo llamo «centinelas». Antiguamente en las minas de carbón los mineros tenían jaulas con canarios, que eran muy sensibles a los gases tóxicos y funcionaban como una alarma porque enmudecían y morían antes de que estos gases afectaran a las personas. El canario era más frágil que el hombre, moría antes. Pero los hombres hubieran muerto después. Con mis pacientes psiquiátricos ocurre lo mismo. Son más frágiles: frente a las presiones sociales, los conflictos familiares y en general todo lo que nos angustia. Cuando los cuido me da la impresión de que también estoy ayudando a muchas personas menos frágiles pero a quienes vamos a poder enseñar a no caer en la depresión, la ansiedad, etc. El hecho de que conozcamos bien qué es lo que enferma a las personas más frágiles, nos permite advertir a la sociedad de qué es lo que puede resultar peligroso.





¿TENGO LA CAPACIDAD DE MEJORAR MI SISTEMA INMUNOLOGICO?

Texto de un naturópata francés .:

“Molesto de que día tras día y cada vez un poco más, en el corazón de la pandemia, los medios no dan explicaciones sobre el funcionamiento de nuestro sistema inmunológico.

Constantemente, se nos insta a buscar protección externa que nos salve: comprar máscaras, comprar geles hidroalcohólicos (sin especificar que estos geles no deben usarse durante varios días seguidos porque, a base de etanol, eliminarán la primera barrera inmune natural de nuestro cuerpo: las bacterias y la película de lípidos de nuestra piel, que es una barrera para los virus … [Esto también se debe al uso excesivo de productos antibacterianos en los últimos años, y un malentendido sobre el papel de las bacterias en nuestra inmunidad, que nuestros cuerpos se vuelven más sensibles año con año.]

Cuanto más usamos estos geles a base de alcohol, más permeables y sensibles a la epidermis son los virus … ¡Démosle prioridad a los jabones clásicos!

Luego, los medios comienzan a hablarnos de una solución que también vendría de afuera: un futuro tratamiento farmacológico o una vacuna cuyas evaluaciones de autorización de comercialización seguramente serán descuidadas por razones de «emergencia». ..

¿En qué MOMENTO, se le ha explicado a la población que todos tienen la capacidad de fortalecer naturalmente su sistema inmunológico en unos pocos días (los jóvenes) o en unas pocas semanas? Esto ciertamente no evitaría la propagación del virus, sino que fortalecería nuestras defensas contra él y, por lo tanto, reduciría la proporción de casos graves, para sanar mucho más rápido en el hogar.

¿Por qué no involucrar en los canales de información de las plataformas, que dedican el 95% de su tiempo sobre este tema durante varias semanas, a profesionales de la salud que hablan sobre prevención, como nutricionistas, naturópatas, fitoterapeutas, que podrían realizar un inmenso trabajo de información y prevención cerca del público y así aliviar a los médicos que están en el frente?

¿Por qué no decirle a la gente que comer basura, como los productos industriales, procesados ​​y refinados es lo primero que destruye nuestras defensas inmunes?

Que la eficiencia de nuestro sistema inmunitario depende estrechamente de la calidad de nuestra flora intestinal (y, por lo tanto, de la calidad de lo que comemos)

De modo que las verduras y frutas vivas, crudas, locales y de temporada son la mejor manera de fortalecer rápidamente nuestras reservas minerales, necesarias para la inmunidad.

¿Por qué no explicar que el ayuno fortalece el sistema inmunitario en solo 3 días?

¿Por qué no hablar sobre los beneficios de la ducha fría que en pocos días aumenta el nivel de ciertos linfocitos T?

¿Por qué no explicar que plantas como la equinácea, el astrágalo, el saúco, el escaramujo, en sus formas concentradas, aumentan las defensas inmunes en unas pocas semanas? (entonces habríamos tenido tiempo desde que apareció el virus …)

¿Por qué no hablar sobre la efectividad de los aceites esenciales antivirales? Además de vit C en altas dosis y minerales traza como zinc y selenio?

¿Por qué no hablar sobre la importancia de la actividad física y los estudios recientes que prueban la rápida efectividad del yoga para fortalecer el sistema inmunológico?

¿Por qué no explicar que el miedo es inmunosupresor? (Sin embargo, es la única emoción transmitida en este momento por los principales medios de comunicación …) un nivel de ansiedad que lo debilita a diario …

¿Por qué no explicar a las personas que tienen dentro de ellas un potencial de defensa y curación que es infinitamente más poderoso que cualquier droga en el mundo y que puede activarse rápidamente? Nuestro CUERPO es una verdadera máquina de curación.

En este período cuando finalmente tenemos tiempo, es hora de interesarnos en nuestro propio funcionamiento, reclamar nuestro poder personal, tomar el control de nuestra salud y nuestro futuro


NUESTRAS CREENCIAS Y NUESTROS PENSAMIENTOS SON ALTAMENTE DETERMINANTES EN NUESTRA BIOLOGÍA Y EN NUESTRA SALUD. Bruce Lipton.

En esta entrevista al pionero de la física Cuántica, Bruce Lipton, nos desgrana con suma sencillez como  nuestras creencias pueden influir en nuestros pensamientos y en nuestra salud y, como paso a creer en la parte espiritual del ser humano.

Como influyen nuestras creencias en nuestros pensamientos y en nuestra salud