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EL DÍA QUE MI MADRE MURIÓ COMO RENDÍ QUE ERA SOLO UNA IDEA

El día en que mi madre murió escribí en mi diario: “ha ocurrido una gran desgracia en mi”, estuve sufriendo durante mucho tiempo, pero una noche, cuando estaba durmiendo en la ermita en que vivía, soñé con mi madre, en mi sueño me veía hablando con ella. Era tan agradable estar conversando juntos, que me parecía que nunca hubiera muerto. Cuando me desperté sentí con una gran claridad que seguía estando a mi lado. Comprendí que la idea de haber perdido a mi madre no era más que una idea. En aquel momento tuve la certeza de que ella siempre viviría en mí. Abrí la puerta y salí al exterior, mientras paseaba por las hileras de té iluminadas por la luna, descubrí que la luz de la luna que me acariciaba, era la caricia de mi madre, tenía el convencimiento de que este cuerpo no era solo mío, sino una prolongación viva del cuerpo de mi madre, de mi padre, de mis abuelos, tatarabuelos, de todos mis antepasados, las huellas que yo iba dejando en el húmedo suelo eran las de todos mis padres y antepasados. Todo lo que tenía que hacer para recordar que ella estaría conmigo siempre en cualquier momento, era mirar la palma de mi mano.

Cuando pierdes a un ser querido, si puedes detenerte y observar a fondo lo verás manifestándose bajo muchas formas, si contemplas las hojas, las flores, los pájaros. Nuestros seres queridos viven entre nosotros.”

Thich Nhat Hanh


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